Algunos datos más sobre el declive inminente de Dakota del Norte

Jean Laherrere, cofundador de ASPO, nos ilustra de nuevo sobre la situación más actual de la producción de petróleo no convencional en Dakota del Norte y Bakken. Creo que pronto se empezará a desinflar la burbuja estadounidense sobre producción de petróleo y gas no convencional, que ha servido en todo el mundo para crear falsas expectativas de una mucho mayor abundancia futura de este tipo de combustibles fósiles, pero que no ha logrado repetir ese fogonazo productivo de este último lustro en otras cuencas fuera de EE. UU., para haber tantos apologistas de estas tecnologías que actúan como si este fulgor temporal del coloso estadounidense pudiese ser perfectamente extrapolable a cualquier otro lugar con yacimientos no convencionales.

Según Laherrere, la mejor forma de ajustar la correlación (de la producción) con el número de pozos es de 20 meses

20140216 Producción de petróleo de Dakota del Norte

20140216 Prod de petróleo de DN y numero de plataformas

Según Laherrere, sus previsiones de 2.500 millones de barriles para Bakken parece que se van verificando

20140216  3 Dakota del Norte prod mensual de petróleo de Bakken

Pero tendremos que esperar unos cuantos meses más para asegurarnos del cenit, una vez que los efectos del mal tiempo (en la producción) hayan pasado.


De progresistas y biofísica económica

El pasado 6 de febrero, Vicenç Navarro, volvía a la carga contra Florent Marcellesi, un precandidato a las elecciones europeas por Equo, que abandera el principio molesto y tan desagradable como inevitable de cómo enfrentar el decrecimiento que nos viene encima de la mejor manera posible. En un artículo del diario digital Público titulado Los errores de las tesis del decrecimiento económico, arremetía contrsa los que propugnan el cambio de modelo hacia este horizonte.

Primero hubo un debate interno entre las personas más cercanas a los principios de las limitaciones físicas de nuestro planeta y que tienen una visión biofísica de la economía.

En general, aunque en este grupo se ha discrepado bastante de algunas de sus tesis y sobre todo, del furor y displicencia con que ha abordado sus diferencias con Florent en este terreno, en este grupo se ha tratado de forma exquisita de no tratar de herir o dañar la imagen pública de Vicenç Navarro, que es un luchador reconocido por la mejora de los derechos de las personas y de una economía más justa y solidaria.

Finalmente, en un artículo magistral, Antonio Turiel desgranaba públicamente los aspectos sobre estas diferencias de criterio y exponía, muy educadamente, el punto de vista de los llamados «decrecentistas» y de paso, algunos puntos sobre las íes a Vicenç Navarro, obviamente en un medio de mucha menor trascendencia que Público, pero que tiene un creciente número de seguidores. En su blog The Oil Crash contestaba con este título en lo que, a mi juicio, ha sido la más completa respuesta al profesor Navarro, famoso y respetado sociólogo y politólogo español, experto en economía política y políticas públicas, que ha sido catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona y actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra y además vela armas nada menos en la Universidad estadounidense John Hopkins.

También el asunto ha merecido la atención y los comentarios de Jorge Riechmann, otro peso pesado académico, que en su blog http://tratarde.org/ titula Marcellesi, Navarro, Turiel y los límites del crecimiento , donde reivindica a Barry Commoner, también criticado por Navarro y otras reflexiones y apuntes interesantes.

En mi escasa disponibilidad de tiempo, había enviado previamente un par de comentarios al respecto, que se alinean más con las tesis y posturas que defiende Florent, que con las que defiende Vicenç Navarro, sin quitar un ápice al valor de sus denuncias frente al poder. Y alguno de los miembros del grupo me pidió que elevase el mismo a Crisis Energética, lo que hago, adaptando ligeramente el escrito original principal. Allá va.

En mis presentaciones suelo ilustrar esta situación con el gráfico a continuación:

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FIGURA 1

Ofrezco el consumo de energía per capita y país o región, en colores según el tipo de energía utilizada y llevado todo a vatios de potencia equivalente per capita (eje de ordenadas negro). Los datos son del Statistical Review of World Energy de BP de 2011. Con un asterisco, fijo el nivel (en color rojo y eje de ordenadas rojo) del PIB per capita nominal en US$ que ofrece el FMI en esas mismas regiones o países.

En el eje de abcisas, figuran la población de cada país o region, hasta alcanzar los 7.000 millones. Así, el rectángulo que forma cada país o región con la suma de todos sus tipos de energía muestra muy bien su peso en el conjunto del mundo en refrencia o relación con los demás.

El consumo promedio mundial aparecía en 2011 en unos 2.600 vatios de potencia per capita. Para ponernos en contexto, el ser humano es una perfecta máquina que apenas necesita el equivalente a 100 vatios de potencia promedio de consumo para satisfacer sus necesidades metabólicas.

Se observa aquí el principio de Pareto, en este caso sobre la desigualdad en el reparto de la riqueza (medida por PIB) y muy paralelamente (como no podría ser de otra forma) en el consumo de energía y acceso a los bienes materiales.

Aunque en estos últimos cinco años el diagrama ha cambiado algo de forma, por ejemplo, haciendo que China sobrepase el promedio mundial y que los países de la derecha, básicamente los ricos u OCDE no hayan apenas subido en consumo de energía o incluso hayan bajado drásticamente (casos de Italia o España, por ejemplo), la realidad es que apenas ha conseguido irse acercando de una distribución tipo 80/20 hacia una 70/30; esto es, que el 20% de la población mundial acapare el 80% de los recursos (y del PIB) y que el resto del 80% de la población mundial se tenga que conformar con un 20% del PIB y de acceso a los recursos (energéticos y de los demás bienes materiales) y que esto haya pasado en unos años a una distribución 70/30. Y curiosamente, no por gusto o planificación de la decencia occidental, sino más bien todo lo contrario: para gran susto de Occidente, que ya clama contra China por «querer ser como nosotros», incluyendo algunos sectores de la izquierda occidental.

Es cierto, que como todo sistema de representación, este gráfico adolece de algunas precisiones, que admito por adelantado. Por ejemplo, si se hiciese «zoom» en cada país, se podría observar, efectivamente, una élite muy minoritaria (esas 500 familias de las que hablaba Vicenç Navarro o del 1% del que habla el 15M), cuyo PIB y quizá hasta su consumo per capita de recursos enerrge´ticos, si se quiere, saldría disparado hacia arriba fuera de este gráfico. Pero eso haría apenas bajar un poco el promedio nacional que esas élites controlan y parasitan. Sin embargo, como muy bien ha señalado algún miembro de este grupo sobre ecomodelización, esas élites, aunque también puedan disparar su consumo per capita de energía (pienso en el yate Fortuna o en aviones privados y demás), no pueden consumir recursos y energía al nivel equivalente que poseen de acumulación dineraria o financiera. Pero sí contribuyen, donde tienen sus sedes y centros de operaciones (la City de Londres, Nueva York Singapur, Luxemburgo, y por extensión países como Reino Unido, EE. UU. UE en general y pocos más) a que éstos sean nodos nacionales o regionales de consumo brutales, que todavía llamamos desarrollados y a los que aspira todo el mundo (lamentablemente).

Y ahora llegamos al meollo de la cuestión. Supongamos que apoyamos todos la tesis de Vicenç Navarro sobre la necesidad de arrebatar el control de esas élites por parte de la «mayoría democrática» (no se qué sería eso en Senegal o Nigeria o en Arabia Saudita, por poner sólo unos limitados ejemplos).

Supongamos que consiguieramos de forma mayoritaria y democrática el control de las finanzas y de los recursos materiales, entre ellos los energéticos y se lo pudiésemos arrebatar a esas élites, que perderían la capacidad de gobernarnos y controlarnos y que hasta que pudiésemos expropiar sus insultantes riquezas y acopios. Muy bien. Habríamos conseguido algo muy importante, necesario y conveniente: eliminar las estrechísimas agujas del consumo y del PIB que saldrían de cada país o región, que no he pintado en el gráfico y que se disparaban hacia los cielos del PIB y del consumo de recursos, de ese 1% o de las 500 familias. No es poco. Además, estaríamos en disposición de poder empezar a mejor redistribuir esa riqueza y acceso a los recursos que nunca. Muy bien. Perro entonces, con las élites derrotadas, nos encontraríamos en la situación exacta del gráfico de más arriba.

Veamos ahora como deberíamos proceder, ya que disponemos del poder y del control. ¿Cual sería el siguiente trabajo a llevar a cabo? ¿Cómo orientarlo? Supongo que esto hay que plantearlo como necesaria hoja de ruta, incluso antes de haber conseguido arrebatar el poder a las élites y tenerlo en los programas progresistas y verdaderamente democráticos, ¿no es cierto?

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FIGURA 2

De aquí, se puede preguntar al respecto:

¿Cree sinceramente Vicenç Navarro que sería posible llevarnos a los 7.000 millones y especialmente a los países y poblaciones de la izquierda del gráfico y a las poblaciones marginadas y excluídas, de los países de la derecha del gráfico, al nivel de los llamados «Estados del bienestar» de los países occidentales que aparecen en ese mismo gráfico a la derecha? Porque eso, haciendo cálculos muy sencillos y bastante irrebatibles, nos llevaría a tener que multiplicar el consumo de energia por cuatro, si queremos el bienestar del American Way of Life, en el que Navarro ha vivido durante mucho tiempo. Pero si se conformase con que todo el mundo llegase al nivel europeo, en el que Vicenç está ahora más asentado, habría que multiplicar el consumo de energía mundial por dos y con ellos la necesidad de transformar la naturaleza y extraer los recursos necesarios para ello. ¿Podemos? ¿Hay energía para ello? ¿Hay recursos suficientes?

¿De qué se trataría, de subir todos a los estándares occidentales y terminar de reventar más arpisa todavía (que es por dónde va China, por ejemplo, con todo el derecho del mundo, mientras existan los insultantes niveles de los países de la derecha del gráfico) o por el contrario, de que los occidentales intentasen destripar algo menos el planeta y por tanto tuviesen que replantearse clara y rápidamente un DECRECIMIENTO urgente y dramático aunque eso si, sin prescindir de las cosas que dotan de una mínima dignidad al ser humano?

Yo soy ya un perro algo viejo y estoy cansado de las caridades del 0,7% del PIB, que es lo qeu muchos bientintencionados occidentales creen que sus ricos gobiernos de la derecha del gráfico deberían ceder al resto de los países pobres del mundo y que ni siquiera cumplen. Ya está bien. Miren de frente a ese gráfico oneroso. Lo que les está diciendo, es que si de verdad quieren igualdad y justicia, lo que los de la derecha deben ceder a los de la izquierda (en el gráfico y en el espectro político) no es el 0,7% del PIB que ofrecieron de mala gana y ni siquiera cumplen. No es ni siquiera el 7% del PIB. Debería ser, matemáticamente hablando el 70% del PIB y quizá así pudiéramos empezar a hablar de la justicia redistributiva que tanto reclamamos con la boca pequeña desde los mentideros de la izquierda occidental.

Si Navarro cree que se podría hacer de otra forma (¿desmaterializando la economía, quizá, en una suerte de «to’ er mundo e güeno»?), debería aclararnos con un cierto detalle que debería ir más allá de sus proclamas bienintencionadas, como piensa afrontar este reto, porque si entiende la paradoja de Jevons y ha visto la relación estrecha entre economía (entendida como PIB) y consumo de energía y bienes materiales, se debería dar cuenta de que no hay más cera que la que arde. Debería explicar cómo superar la siguiente evidencia:

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FIGURA 3. Fuente: Fuente: World Energy Outlook (WEO) 2009 de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Página 59

Es decir, que desde que tenemos memoria, a nivel global, la subida del nivel de riqueza (entendido como PIB, pero también como nuestro añorado Estado del Bienestar o de conquista de los llamados «derechos sociales» de los países desarrollados o incluso de la «reconquista» de esos derechos sociales adquiridos, que ahora algunos ya sienten que pierden en su amado Occidente) se han sustentado, en una buena parte, a base de extraer recursos y consumiendo más y más energía, destrozando el planeta, en suma. Sólo hay que ver la gráfica 3. Vicenç podría aspirar, como mucho, a que los países pobres (aquí NO OCDE de forma simplificada) pudiese bajar su pendiente de color rojo y alcanzar la pendiente de color azul de los OCDE, los listos, los desarrollados, los más adelantados y civilizados, los que tienen o tenemos más tecnología para «hacer más con menos». Y aún así, siguen teniendo que consumir más para crecer más. No hay un mundo espiritual en el que el bienestar que la gente conoce se alcance sin tocar ni manchar los recursos naturales de que dispone el planeta. Además, la línea azul de menor pendiente de la que presumen los OCDE (más PIB con la misma cantidad de energía), se suele conseguir a base de enviar las industrias más contaminantes e intensivas en energía a los países no OCDE (línea roja), de forma controlada y manejando sus beneficios y luego cargarles contablemente con el mochuelo de que no saben hacer las cosas de forma limpia y eficiente como ellos y de que nosotros estamos mejorando mucho nuestra «eficiencia energética» a base de tecnología. Cinismos occidentales y falsas creencias en pajaritos embarazados, que quedan desmontadas en cuanto nos atrevemos a mirar al mundo en su totalidad, a través de la línea verde resultante del gráfico 3. No nos engañemos: crecer es consumir más energía y más recursos y todos ellos son limitados.

Es decir, el crecimiento de los países de la derecha del gráfico de la figura 2, se ha hecho, sobre todo, a base de pisar y explotar a los demás países oprimidos, de reventar sus recursos naturales en beneficio, no sólo de las élites serviles y mamporreras de los países explotados, al servicio de las élites de los países desarrollados, sino también con la connivencia activa y pasiva de los ciudadanos occidentales, muy confortablemente instalados en esos «Estados de Bienestar». Claro que este es un mensaje muy duro, horrorosamente duro para muchos izquierdistas bienpensantes occidentales, que habían arrumbado por obsoleto el principio de internacionalismo proletario y se habían construido mentalmente la falacia de que sus derechos sociales se habían ganado a pulso con el sacrificio de las luchas obreras de sus países, sin por ello perjudicar a nadie más en lugares muy distantes (o sin querer ver cómo quedaban perjudicados).

Esta es la suma cero a la que me refería en el anterior correo. Dado un nivel de extracción y uso de bienes materiales y energía equivalente a una riqueza X en el planeta, el que haya ciudadanos cuyos países que estén en el 20% de los que consumen el 80% IMPLICA NECESARIAMENTE que ello es porque hay ciudadanos de otros países del mundo, el 80% de ellos, que malviven con el 20% de los recursos restantes. Matemáticas elementales y brutales, que van mucho más allá de cambiar la actividad economica de hacer armas por la de hacer medicinas, que propone Navarro, algo con lo que no podría estar más de acuerdo, siempre que no lo hagan las Big Pharma en su provecho. O de pasar de consumir energía fósil a consumir energías renovables. Vicenç haría bien en repasar, una y otra vez los gráficos aquí mostrados y ver dónde están las energías renovables, para colocarlas en su contexto. Y haría muy bien, si tuviese algo más de modestia, en leerse los estudios del grupo de Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid sobre los límites de las renovables, para entender mejor de lo que habla, cuando critica a los que proponen decrecer para ser más justos.